La negativa rancia y reacia de los equipos actuales a la entrada de Cadillac a la F1
La F1 parece haber encontrado el camino que tanto ha buscado: el reglamento técnico de 2026 ha logrado un hito. El Gran Circo vuelve a ser una categoría atractiva y a la vanguardia para las grandes marcas de la automoción, prestigio perdido en la última década y que ahora rechaza casi unánimamente.
Complejidad y autodestrucción. Así definiría el rumbo que ha tomado la Fórmula 1 durante estas primeras semanas de un año decisivo para la competición. La nueva reglamentación prevista para 2026 ha resultado ser un éxito de magnitudes que hacía décadas que no presenciábamos. A tres años vista es imposible predecir su impacto deportivo y si traerá consigo un dominio absoluto como el instaurado en 2014, año del último gran cambio normativo en las unidades de potencia.
Solamente el interés suscitado entre las marcas de cara a 2026 ya deja aquella era híbrida en uno de los más profundos fracasos de la Fórmula 1 moderna. Y es que en el último año hemos asistido a una posible unión entre Porsche y Red Bull que, aunque finalmente descartada, era tan sólo un preludio de lo que estaba por venir. Pese a que me aventuraría a afirmar su no rendición de intenciones, el debut de otro miembro del Grupo Volkswagen ya es una realidad.
Al ingreso de Audi como fabricante y equipo oficial, se une la reciente confirmación del regreso de Ford Motor Company como socio motorista de Red Bull Racing y Red Bull Powetrains. Sin embargo, la Fórmula 1 muestra la cara opaca de la moneda dando el cerrojazo a la asociación Andretti – Cadillac. Una propuesta en firme y avalada por General Motors Company, el gigante líder de la automoción estadounidense con Chevrolet y Cadillac como puntas de lanza. Casi nada…
Un proyecto cuya entrada lo convertiría en el undécimo equipo de la parrilla y que, a pesar de colaborar en términos de motorización con un fabricante ya en activo como podría ser Renault / Alpine, supondría el tan ansiado vínculo con Estados Unidos que no se ha conseguido forjar con tres eventos anuales y una escudería Haas que carece de interés. Pero, ¿por qué este veto a un icono del país que pretenden conquistar inútilmente?
Los equipos se niegan a repartir el pastel entre once. Así de simple. Y lo hacen contra el espíritu del deporte: lejos queda la época de la FOCA, asociación presidida por Bernie Ecclestone, que velaba por el equilibrio entre la supervivencia económica de los constructores y el espectáculo. La ahora impensable fraternidad entre competidores. Una negativa rancia y reacia a estudiar un posible replanteamiento monetario.
Cierro este artículo como lo iniciaba: defiendo el camino del acierto en lo técnico, una apuesta que puede torcerse si no se trabaja en la economía. El reparto económico actual, y aparentemente inalterable, destruye la deportividad y honorabilidad de los equipos y los mandos, eliminando toda prioridad a las nuevas incorporaciones que tanto hemos reclamado. Olvidando quiénes acaban juzgando el espectáculo mediante sus audiencias y entradas.