Esto es lo que siento cuando veo la Fórmula 1
En un gran mundo llamado Fórmula 1 existen gran diversidad de factores influyentes, unos más que otros. Está la competición, el dinero, el glamour, la elegancia… y en esta gran diversidad se encuentra un componente que cada día es más importante y en el que tú y yo nos encontramos inmersos. Este factor se llama aficionados.
Sin la afición la Fórmula 1 actual no tendría sentido porque todo gira alrededor de la publicidad, que está dedicada única y exclusivamente a los espectadores. Sin la publicidad se perdería una grandísima cantidad de dinero, y sin este dinero la máxima competición del motor no puede sobrevivir.
Pero, ¿qué pasa con las personas a las que va dedicada esta publicidad?¿Quién se acuerda de estos fieles seguidores a la Fórmula 1? Parece ser que nadie se acuerda. Lo único importante es ganar dinero, a cualquier coste, sin importar lo que opine el aficionado. Pero yo, un aficionado más, quiero expresaros en estas líneas lo que siento al ver una carrera de Fórmula 1:
Domingo de Gran Premio, me siento delante del televisor con la esperanza de ver una gran carrera de Fórmula 1: una gran batalla por la victoria, adelantamientos sorprendentes, muchas paradas en pit lane, luchas entre los pilotos, y si es posible, la incertidumbre de la lluvia.
Pero todos estos alicientes se van borrando de mi mente a medida que pasa la carrera. Se apaga el semáforo y tengo la ilusión de ver una gran salida. Adelantamientos sorprendentes, algún fallo, e incluso algún choque siempre que no sea grave. Pero lo que verdaderamente veo son dos coches grises que empiezan a alejarse con un ritmo inalcanzable. El resto de coches intentan alcanzarlos pero no pueden. Y ya para más tristeza veo a los dos McLaren Honda en la parte de atrás de la parrilla si es que no han abandonado todavía. Cuando veo que una escudería que ha triunfado tanto y que prometía tanto está tan atrás en parrilla, no puedo hacer otra cosa que tener la esperanza de que mejoren, pero de momento no veo esa mejoría, siguen atrás.
De adelantamientos sorprendentes mejor ni hablar, parece que fueron cosa del pasado. Con estos coches tan tecnológicos es casi imposible adelantar, ni DRS, ni ERS, nada ayuda a mejorar los adelantamientos. Y sin adelantamientos se pierde la esencia de las carreras, por lo que el aficionado, es decir, tú y yo, nos aburrimos viendo una serie de coches dar vueltas uno detrás de otro sin apenas cambios.
Y cuando veo que los adelantamientos son escasos, me aferro a la emoción de las paradas en boxes. Vuelve la esperanza de ver algo emocionante. Pero mi mente vuelve a la realidad y recuerda que estos neumáticos son unas piedras que no dejan al piloto conducir como de verdad sabe y que solo se hará una parada en toda la carrera. Y entonces es ya cuando tiro la toalla, esta Fórmula 1 ha perdido la emoción, ha perdido su esencia, ya esto no es lo que era ni lo volverá a ser. El paso de las vueltas comienza a ser una monotonía esperando un fallo de alguno de los de arriba para ver una lucha final por la victoria o un choque que provoque el Safety Car y de algo de emoción a estas dos horas que paso delante del televisor, pero esto no suele pasar. Y pienso: ¿Qué estoy diciendo? ¿Esperar a un fallo o choque para ver algo emocionante? Ni hablar, las carreras no pueden ser así, los pilotos son los que tienen que dar la emoción a la carrera. Aquí ya mi decepción es enorme.
En muy pocas ocasiones, hay la esperanza de la lluvia. Pienso: ¡Qué ganas de ver a estos coches sobre el agua! Empieza a llover, todos a boxes, neumáticos de lluvia extrema y … ¡Bandera roja! Se acabó la emoción, indignación total. Lo único que sale de mí es un ¿POR QUÉ? y la respuesta está en los coches y en la malísima calidad de los Pirelli. Si estos neumáticos son malos para la emoción en seco, más lo son en mojado, ya que no se puede pilotar con ellos y los coches se vuelven incontrolables. La FIA espera a que deje de llover y se reanuda la carrera, y yo y todos los aficionados nos quedamos con las ganas de una carrera pasada por agua.
Después de este análisis de lo que siento en una carrera de Fórmula 1 mi conclusión es clara: decepción y rabia. Estoy decepcionado con esta Fórmula 1, no me gusta, no es Fórmula 1. Y siento rabia, ¿por qué? Porque la Fórmula 1 podría ser mucho mejor de lo que es, pero no se mejora porque todo el entramado de billetes que hay detrás de estos veinte coches dando vueltas en un circuito lo impiden. Y para finalizar, te invito a pararte a pensar durante unos segundos que es lo que sientes cuando ves una carrera de F1.