Maravillas de la Ingeniería: Ferrari 248 F1, el arma de Schumacher para derrotar a Alonso en 2006
La temporada 2006 de Fórmula 1 es recordada con gran nostalgia y cariño entre los aficionados españoles, ya que como todos sabemos Fernando Alonso se proclamó bicampeón del mundo con la escudería Renault. El hecho de ganar dos campeonatos consecutivos ya es histórico, pero ganar el segundo en una lucha cara a cara contra Michael Schumacher le suma un gran nivel de epicidad. El Renault R26 de Alonso tuvo que apretarse las tuercas frente al Ferrari 248 F1, el último coche italiano con el que compitió Schumacher, y con el que pudo haber ganado su 8º mundial.
Ferrari afrontaba 2006 con la mayor de las expectativas tras dominar la Fórmula 1 durante cinco años consecutivos junto a Michael Schumacher (desde el 2000 hasta el 2004), y con muchas ganas de corregir los errores de 2005, cuando se vieron totalmente superados por Renault y McLaren. Con la llegada de un joven Felipe Massa y a sabiendas de que el Káiser podría retirarse pronto, el equipo italiano se apresuró en ofrecer a sus pilotos una máquina con la que pudieran competir de nuevo por el mundial. El 248 F1, diseñado por Aldo Costa y Rory Byrne, recibió este nombre por los 2400 centímetros cúbicos que ofrecía el motor V8 (’24’ por los 2400 cc y ‘8’ por los cilindros del motor). Debemos recordar que 2005 fue el último año de los motores V10, pasando en 2006 a los V8 por obligación del reglamento técnico. Como dato curioso, el último monoplaza de Ferrari que montó un motor V8 fue el 158 F1 de 1964.
El peso total del 248 F1 era de 600 Kg, con una longitud de 4545 mm, una anchura de 1769 mm y una altura de 959 mm. La caja de cambios Ferrari era de 7 marchas además de la marcha atrás, montada longitudinalmente y con evoluciones a la que presentaba el F2005. Las suspensiones delantera y trasera utilizaban la distribución de push-rod, aunque debemos destacar que la trasera se ideó para aumentar la eficiencia aerodinámica y mejorar el uso de los neumáticos Bridgestone.
Durante la primera mitad de la temporada, todo parecía indicar que Fernando Alonso y Renault volverían a revalidar su corona en la Fórmula 1. El español ganó seis de las nueve primeras carreras del calendario, siendo segundo en las tres restantes, pero todo cambió desde el Gran Premio de EEUU. Después de siete carreras consecutivas sin ganar para Alonso, Schumacher acortó distancias en el campeonato y todo quedaba muy igualado entre ambos a falta de dos Grandes Premios para el final del mundial. El propio Fernando ya casi lo daba por perdido, pero todo cambió en el Gran Premio de Japón, donde ambos pilotos llegaban empatados con 116 puntos.
El Ferrari 248 F1 de Schumacher cabalgaba hacia la victoria cuando a 16 vueltas para la bandera a cuadros su motor se rompió, obligándole a abandonar. En aquellos años todos quedamos realmente sorprendidos, ya que Ferrari atesoraba la fama de construir coches muy fiables. Con aquel hecho, Alonso ganaba la carrera en Suzuka y encaraba el Gran Premio de Brasil con la certeza de que solo tenía que terminar entre los ocho primeros si Schumacher subía a lo más alto del podio. Desgraciadamente Michael no pudo optar a la victoria en Interlagos a pesar de sus grandes esfuerzos, ya que un pinchazo le hacía terminar 4º, con Alonso siendo 2º y coronándose como bicampeón del mundo.
Lo cierto es que a pesar de perder el campeonato, el Ferrari 248 F1 fue el mejor monoplaza de la temporada, con 9 victorias y 19 podios en 18 carreras. De no ser por la rotura de motor en el Gran Premio de Japón el Káiser hubiese logrado casi con total seguridad su 8º campeonato del mundo, aunque eso ya es entrar en hipótesis y suposiciones. El piloto alemán ya había anunciado su retirada de la Fórmula 1 a mediados de la temporada durante el Gran Premio de Italia, sorprendiendo a todos con un mensaje que nadie esperaba en ese momento.