La historia del diamante incrustado en un Fórmula 1 que se perdió en Mónaco
Parece rara la historia pero fue así. Era el año 2004, y con motivo del Gran Premio de Mónaco, el equipo Jaguar Racing fue elegido para promocionar una película que estaría en aquellos momentos en la cartelera, Ocean’s Twelve. Para la campaña de promoción de la película, a uno de los creativos que se encargaban de hacer visible la obra cinematográfica, se le ocurrió una gran idea.
La gran idea, notaréis la ironía ahora mismo, era poner un diamante valorado en más de 300.000 dólares en el morro de los monoplazas del equipo Jaguar Racing. Espera, pones un diamante de más de 300.000 dólares en un circuito urbano, en el cual los muros están bastante cerca y donde el riesgo de accidente es muy alto. Gran idea.
Y sí, era de esperar, la desgracia ocurrió. El diamante asignado al monoplaza de Christian Klien desapareció tras un choque en la horquilla de Loews y aún hoy, tras doce años de aquello, se desconoce su destino. Tras recuperar el coche al terminar la carrera, la sorpresa se adueñó de sus cuerpos. Los dueños de la piedra preciosa, y los miembros del equipos se quedaron helados al ver que el morro del monoplaza de Christian Klien, que se había accidentado durante la carrera, no portaba el diamante valorado en más de 300.000 dólares. Algún comisario o aficionado habría conseguido un preciado souvenir de esa carrera del Gran Premio de Mónaco. Esto era algo que tanto el equipo Jaguar Racing, como los productores de la película, no tenían en el guion.
No es la única historia con diamantes.
En un circuito donde el lujo campa por sus anchas, el puerto está lleno de barcos completamente lujosos y los casinos, como el de casinomartini.com, son habituales en las calles del principado, la historia que os hemos comentado antes no es la única que ha ocurrido con diamantes en la Fórmula 1.
La casa suiza de joyería, Steinmetz, ha colaborado en varias ocasiones con el equipo McLaren para introducir sus diamantes más exclusivos en el Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1. En 2007, el equipo introdujo dos diseños especiales de casco para Fernando Alonso y Lewis Hamilton en el que podía verse una palabra hecha de diamantes blancos: ‘Monaco 07’. Una estrategia de marketing que duró todo el fin de semana, y aunque el valor de los diamantes era incalculable, todo salió bien sin perder ninguna pieza como sí ocurrió en el caso de Jaguar años atrás y como os hemos comentado durante este artículo.
En 2008, esta campaña de la casa suiza volvió a repetirse volviendo a montar diamantes en los cascos de los pilotos aquel entonces, Lewis Hamilton y Heikki Kovalainen. A diferencia de 2007, durante la edición de esa temporada ambos pilotos llevarían incustrados en la parte superior del casco la firma en diamantes de cada uno. Además, para dejar más contentos a los pilotos, la empresa suiza regaló a cada piloto un exclusivo anillo de diamantes valorado en más de 10.000 dolares.
Los diamantes han significado siempre exclusividad y mucho lujo, lo que supone el Gran Premio de Mónaco en la Fórmula 1. Un ambiente exclusivo, en el que las normas de seguridad de la competición se relajan para llevar a cabo un fin de semana en el que la historia vuelve a estar presente en la categoría reina, con todo los lujos necesarios y una serie de eventos que únicamente se organizan en esta cita del calendario de la categoría reina. Acciones diferentes para una carrera diferente, tal y como os hemos comentado en estas líneas. La magia de Montecarlo también está en este tipo de historias que hoy te hemos contado.