El Gran Premio de Rusia muestra grandes carencias en su organización
Penosa, vergonzosa, pésima, lamentable y todos los adjetivos que ustedes le quieran poner a la organización del Gran Premio de Rusia de 2015. Desde el primer momento todo se fue del control de los organizadores, pero en la carrera del domingo (carrerón a mi parecer) terminamos de ver que esto de la Fórmula 1 se le queda grande al país más grande de toda la Tierra. Demasiados errores, que aunque no se han tenido que lamentar bien podrían haber causado una desgracia. Y no solo se limita a la Fórmula 1. Tanto GP2 como GP3 han sufrido la incompetencia de los dirigentes de este Gran Premio.
Antes de empezar con el Gran Circo hablemos sobre las categorías pequeñas de este fin de semana. El viernes, tras un retraso en el horario producido por un vertido de gasóleo mal tapado en la pista (en vez de usar sepiolita, material recomendado para esta tarea, se usó polvo de cemento, dejando en nula la adherencia del asfalto), los pilotos de GP3 salieron a competir en la oscuridad de la noche y bajo el diluvio universal. La seguridad brillaba por su ausencia. En la primera carrera de las GP2 Series (ya en sábado), las promesas del automovilismo tuvieron que conducir con el Sol en un punto muy bajo, perjudicando (y de que manera) la visión. Recordó por momentos a la mítica subida al Pikes Peak americano, donde los competidores solo usaban una de las manos para dirigir el coche, tapando la otra el astro luminoso para poder ver la ya extinta carretera de tierra.
Por la mañana, Carlos Sainz sufría un brutal accidente en la curva 13, en el que su monoplaza quedaba sepultado por unas barreras mal ancladas (después volveremos a hablar de ellas), dificultando la extracción del madrileño, que se extendió a un tiempo de 17 minutos, en los cuales la confusión y desinformación reinaba. Por si fuera poco, los médicos y doctores tardaron bastante en socorrer al piloto de Toro Rosso.
Y en la carrera del domingo se vieron las imágenes más surrealistas en mucho tiempo en este deporte. Romain Grosjean se estrellaba contra las barreras a 250 kilómetros por hora y de manera lateral. Los comisarios tardaron unos 30 segundos en ir a la zona del accidente, acercándose antes a recoger los restos del coche en detrimento de ir a ver el estado del piloto (por suerte solo un poco mareado). Tras limpiar la pista, los comisarios se dirigían a recomponer las barreras dañadas por el impacto, usando cinta americana para esta tarea. Hablamos de unos elementos de seguridad más importantes en un circuito y se limitan a arreglarlo de esta forma. Si por algún casual, se producía otro accidente de la misma naturaleza y en el mismo punto que el sufrido por el francés, el mundo de la Fórmula 1 podría estar sobrecogido de nuevo.
En las últimas vueltas de la carrera, Vettel estuvo a punto de llevarse puesto en el morro de su Ferrari a un comisario que había cruzado la pista para retirar un trozo de un monoplaza accidentado anteriormente, poniendo en peligro no solo su propia vida, si no también la del alemán.
Es un hecho que la seguridad en la Fórmula 1 ha aumentado muchísimo desde hace varios años. Los coches no son tan peligrosos como lo eran en su tiempo. Pero fallos como estos tiran por la borda todo el trabajo hecho hasta aquí. Este Gran Premio será recordado por la gran carrera vista, pero también por estas situaciones bizarras que esperemos que no se vuelvan a repetir en el Gran Circo.