El espíritu de lucha, algo que solo se ve en las 24 horas de Le Mans
Las 24 horas de Le Mans podemos definirlas como la carrera en circuito más dura del mundo. Trabajo y un gran esfuerzo se unen en los equipos para poder completar una carrera que dura un día entero de forma ininterrumpida. Además, la superación de arreglar lo irreparable, de luchar cuando todo parece perdido, es un espíritu protagonista en el circuito de La Sarthe.
Para explicar un ejemplo sobre este espíritu os pongo en situación. Año 2012, 24 horas de Le Mans. Durante la carrera y tras un periodo de Safety Car, Audi y Toyota luchan intensamente por el liderato. Al volante del LMP1 japonés, Kazuki Nakajima que en el relanzamiento de la carrera se lleva por delante, literalmente, al Nissan Deltawing que en esos momentos contaba con Satoshi Motoyama al volante. Una maniobra más o menos discutible ya que se aprecia como Nakajima, con su Toyota, echa de pista al Nissan.
El piloto poco pudo hacer para evitar el impacto contra el muro de hormigón. Pero en ese instante, cuando el Nissan Deltawing impactaba, comenzaba una lucha intensa contra la herida mecánica. ¿Darse por vencido? Mientras haya una posibilidad de recuperar, en las 24 horas de Le Mans esa palabra no se puede ni pensar.
En el vídeo vemos las muestras de consuelo del jefe de equipo con su piloto, la desolación de este último por no poder arrancar de nuevo el Deltawing. El espítitu de Le Mans encarnado en los esfuerzos de un piloto.
Finalmente y tras dos horas de lucha con el coche, el piloto japonés, Satoshi Motoyama, no consiguió volver a arrancar con sus propios medios el Deltawing. Sin embargo, el espíritu de lucha y el haberse dejado la piel para intentar devolver su coche a pista, fueron razón suficiente para que los presentes ovacionaran al piloto.