El día que Ayrton Senna quiso humillar a Alain Prost en las calles de Mónaco
Corría el año 1988 y la Fórmula 1 pisaba suelo monegasco. El año anterior, el Gran Premio de Mónaco fue ganado por Ayrton Senna con el Lotus con total dominación, tras ser capaz de hacer maravillas en su carrera deportiva con el equipo británico, pero sabía que no tenía opciones de ganar el Mundial. Y es por eso que el brasileño decidió fichar por McLaren y unirse a Alain Prost.
La primera sesión de entrenamientos libres comenzó en la jornada del jueves, como es tradición en Mónaco. Al término de las sesiones, Senna acabó al frente de la tabla con casi dos segundos de ventaja sobre el segundo clasificado, Alain Prost. Aún con toda esta ventaja sobre Prost, el piloto brasileño aseguró que el McLaren podía ser más rápido, ya que no salían con la suficiente velocidad de las curvas lentas.
Tras un día de descanso, llegó la jornada de clasificación del sábado. Mónaco y sus curvas son muy estrechas, así que cualquier error podía condicionar la carrera del domingo para cualquier piloto.
La primera ronda de la clasificación comenzó igual que el jueves, con Ayrton Senna al frente firmando un 1:25.592, dejando a más de un segundo a los demás, pero ese tiempo aún se podían bajar más. En la segunda ronda, Alain Prost bajó al 1:26 a duras penas, mientras que Ayrton Senna hizo una vuelta sobre raíles y sentenció la sesión con un mágico crono de 1:23.998, la cual denominó como una vuelta instintiva.
Y por fin llegó el día de la carrera. La carrera comenzó con total normalidad y Senna no tardó mucho en escaparse en solitario, mientras que Alainr Prost se enzarzaba en una lucha con Gerhard Berger y perdía aún más tiempo al luchar con el piloto de Ferrari. En la vuelta 54, por fin Prost consiguió adelantar a Berger y corría para dar caza a Ayrton, pese a que éste ya estaba a casi 50 segundos de ventaja. El francés logró recortarle varios segundos y eso no tardó en poner nervioso al brasileño, que le respondió con una vuelta rápida.
Esta persecución no le gustó nada a Ron Dennis, director del equipo McLaren, no tardando en comunicar por radio a Ayrton Senna que aminorara el ritmo ya que era imposible que Alainr Prost lo alcanzara. Sin embrago, Ayrton Senna hizo caso omiso del mensaje y seguía rodando cada vez más rápido y rozando los muros del trazado monegasco. Finalmente, el nerviosismo pudo con el piloto brasileño en la vuelta 67 y acabó contra la pared antes de la entrada al túnel.
Tras el abandono, Ayrton Senna no volvió a boxes sino que se fue a su apartamento mientras veía a Alain Prost alzarse con la victoria. Este momento marcó un antes y un después en la carrera del piloto brasileño que le ayudó a enfrentarse en sus posteriores luchas por el campeonato y en su acercamiento a su religión.